HOLA !!!!

Este "blog" solo tiene por finalidad contar todo tipo de cosas que pueden aparecer en la memoria con el solo fin de entretener. Es como, cuando nos reunimos un grupo de amigos y damos rienda suelta al "te acordás?"

15 de enero de 2010

Hoy, Obras Maestras del Terror1


Hubo un genial actor español, que desarrolló gran parte de su carrera en Argentina y que se llamó Narciso Ibáñez Menta. Yo no soy crítico de cine, ni de televisión, ni siquiera periodista, fui y soy simplemente un espectador al que este actor en particular impactó y ya verán el porqué. Y estas líneas que escribo son solamente demostrativas de ese impacto, a la vez que un humilde homenaje a ese genial actor.
¿Por qué impactaba Narciso Ibáñez Menta? Había Varias cosas. Primero su particular voz. Muy grave, que cuadraba perfectamente con el tipo de personajes que preferentemente interpretaba. Segundo, su extraordinaria capacidad para identificarse físicamente con los personajes que interpretaba, realizando verdaderas obras maestras de maquillaje y caracterización, teniendo en cuenta que estamos hablando de la época de los ´60 cuando no existían los materiales ni los artilugios que están a disposición de los actores hoy en día. Y por último y en tercer lugar su magnífica capacidad actoral para representar personajes muy difíciles tanto reales como irreales.
Una de las representaciones de Narciso que mas me impactó fue la realizada en “El fantasma de la ópera” donde secundado por la actriz Beatriz Día Quiroga en el papel de “Cristina” (Christine Daaé en la obra original francesa de Gastón Leroux), logró mantener en vilo durante toda la entrega televisiva al público. En la obra hubo impactos muy fuertes como aquella frase lanzada de golpe y violentamente que sorprendió a todos: “NO HAGAS ESO NUNCA CRISTINA” ante la acción que estaba a punto de concretar que era tomar entre sus manos la máscara del fantasma que había descubierto.
“El Fantasma de la Ópera” fue entre otras entregas una de las obras que realmente justificaba el nombre del ciclo “Obras Maestras del Terror”. Este mismo nombre lo utilizó tiempo después, Narciso Ibáñez Serrador hijo del maestro, para presentar una serie en la televisión española del mismo carácter que la ideada por Narciso padre. El ciclo mencionado, fue totalmente realizado en Argentina, con muy pocos recursos financieros, en un canal de televisión que hacía muy poco tiempo se había inaugurado, y que poseía pocos elementos técnicos, reducidos espacios físicos, y un equipo de exteriores pequeño para el tipo de tarea televisiva que debía realizar, sin embargo, el resultado fue excepcional, brillante, perfecto. Lamentablemente, no sé si por el atraso tecnológico de la época, o por alguna otra circunstancia que desconozco, no existe registro en ningún formato (video-tape, film de 8mm o de 16mm) que permita hoy en día visualizar esas maravillas de la televisión de otrora.
Otras entregas de esta saga fueron “¿Es usted el asesino?”, “El Gato Negro”, “El Corazón Delator” entre otras.
Pero esto que acabo de contar es solo la primera parte de Obras Maestras…, los invito a ver “Obras Maestras del Terror II”, muy distintas por cierto. (NO HAGAS ESO NUNCA LECTOR”.)Jajajaja

10 de enero de 2010

Hoy, El Espía Soviético


El Espía Soviético estaba siempre presente en nuestras conversaciones cotidianas de críos adolescentes de la escuela secundaria. Bastaba que cualquiera del grupo luciera sobretodo, guantes y bufanda (y se levantara el cuello de la prenda por el exceso del frío invernal) para adquirir la “licencia” de Espía Soviético. Y no era nunca un espía común, ni de la CIA, ni de ninguna otra potencia, tenía que ser solamente Espía Soviético. A la distancia de los años, pienso que eso debería ser porque en aquella época era frecuente leer en los diarios noticias sobre espías y contraespías de la entonces URSS que eran descubiertos y / o apresados en EEUU, (recuerdo el impactante caso de los “esposos Rosenberg” que fueron ejecutados al descubrirse sus supuestas actividades) y esas noticias siempre tenían un efecto cuasi novelesco en los muchachones de la época, de la misma manera que las chicas se impactaban con las noticias del celuloide norteamericano.
El seguimiento de las noticias de espionaje y contraespionaje era apasionante y en nuestras febriles mentes juveniles la imaginación volaba a tal punto que todos “éramos” un poco espías y todos teníamos alguna historia de espionaje propia que contar en nuestra rueda de amigos o compañeros y según fuera el impacto que la historia contada alcanzara en los demás, mayor o menor sería el grado otorgado al relator que iba desde “espía de cuarta” al ansiado título de “espía Soviético”. No hace falta aclarar entonces que el de Espía Soviético era el mayor grado, el de mayor “brillo”, aunque esto no significara necesariamente el más creíble.
En el grupo de compañeros de la “división” del colegio, había varios que habíamos alguna vez sido galardonados con el título de Espía Soviético (E.S. de ahora en más). Pero paradójicamente estos espías eran los menos disimulados que cualquiera pueda imaginar, porque el “orgullo” de haber sido “declarado” E.S. era tal, que poco faltaba que nos colgáramos un cartel o un “pin” que dijera “ESPÍA”. Pero… ¿cómo se evaluaba a un E.S.?, ¿qué era lo que tenía en cuenta el “jurado” para calificar a un espía?. Bueno todo estaba en relación con la tarea que se evaluaba, y por supuesto con el resultado obtenido. Una de las tareas de espionaje habituales (y de las más valoradas) era espiar las notas de determinados profesores en los cuadernos que llevaban y que guardaban y protegían con un celo impresionante lo que obviamente hacía muy difícil la tarea del espía y en más de una oportunidad, éste se veía obligado a contar con la colaboración de otro espía, aunque esto último, estaba penado con la disminución del puntaje que se le otorgaría al espía actuante. Otra de las tareas de altísimo riesgo era tratar de descubrir cuáles iban a ser los próximos temas de las evaluaciones que los docentes hacían periódicamente y con las cuales torturaban a los sufridos alumnitos. También existían tareas de espionaje considerado menor y que se apreciaban poco, como era por ejemplo, espiar las carteras o los portafolios de profesoras/es.

5 de enero de 2010

Hoy, Que será de la vida de "Rafailito"


Cuantas veces nos habremos preguntado en nuestra vida, que será de la vida de fulanito o menganita?, y es una pregunta que generalmente no tiene respuesta. Nadie, absolutamente nadie, nos puede informar sobre esa persona que sorpresivamente (y vaya a saber porqué), de repente pasó fugazmente por nuestra memoria. Casi siempre memoria muy lejana, de nuestra infancia o de nuestra juventud. Ni siquiera los poderosos recursos de hoy en día como Internet, pueden darnos información sobre estas personas, (a menos que sean famosos/as o populares) en cuyo caso obviamente nunca hubiera pasado por nuestra mente la dichosa pregunta “¿Qué será de la vida de…?” pues al llegar a la fama el sujeto en cuestión, ya lo hubiéramos identificado plenamente, o a lo sumo nos hubiéramos hecho otra pregunta: “¿Será el que yo conocí que vivía… o que era mi compañero/a de escuela… etc?”.
Hace pocos días precisamente, me sucedió, y se cruzó en mi mente, así inesperadamente, sin que haya algo que lo motivara (al menos que yo conscientemente lo sepa) y me pregunté: Que será de la vida de Rafailito? (Rafaelito por supuesto era el correcto diminutivo de aquel que todos en el barrio llamaban Rafailito). Rafael (nunca supe su apellido) era un vecino de mi misma edad que vivía puerta por medio de la casa donde yo nací en el barrio de Constitución en Buenos Aires (Arg). Por lo que recuerdo era un purrete (que término antiguo por Dios!!!) morochito, flaquito, que usaba anteojos permanentes y que desde que se levantaba hasta que la madre lo llamaba a comer estaba jugando al futbol en la vereda, con otros dos pibes que vivían en la vereda de enfrente. (Yo miraba, nunca me gustó jugar al futbol, si verlo cuando fui grande). También recuerdo que era de Boca y casi siempre estaba con la camiseta de Boca puesta, hasta encima del pullover en invierno, jaja.
Por qué me vino a la memoria “Rafailito”? Que se yo!!!. Como dije antes, de repente se me cruzó. Y después por supuesto vienen a la mente todo un sinfín de preguntas… Estará vivo?, Será médico, arquitecto, mecánico, abogado, albañil, pintor, pianista, linyera?. Habrá sido futbolista? Habrá tenido hijos?, vivirá en el mismo barrio?, Se acordará el también del lugar donde vivió sus primeros años? Bueno las preguntas que te vienen a la mente son infinitas, pero como ya dije, NUNCA TENDRÁN RESPUESTA.

30 de mayo de 2009

El peso del SEIS


No hace mucho que me he dado cuenta cuánto pesa el número seis en la vida del hombre.
Si. Depende donde esté el seis al que me refiero por supuesto. Si es una sola cifra, de hecho pesa muy poco, es casi imperceptible y hasta liviana se podría decir! Si en cambio es parte de dos cifras, depende donde esté, si es como segunda cifra del número que conforma, al principio seguirá siendo liviano...pero irá aumentando de peso. Y cuando sea primera cifra del número conformado...allí es donde quiero llegar, donde yo les digo QUE ES PESADO!!!
A esta altura del relato, todos se habrán dado cuenta que me refiero AL PESO DEL SEIS en la edad!
Y por qué el SEIS, y no el cinco, o el cuatro, o cualquier otro número, que ya haya pasado por ese lugar privilegiado de la cifra de la edad? Porque no dudéis, que con la sexta década aparecen un montón de cosas, que antes no estaban!!! Ese montón de cosas no son otras, que Enfermedades, Dolores, Sensaciones, Desilusiones, Arrepentimientos, etc. etc. y un largo etcétera, se lo puedo garantizar. Vean si no: cuando cumples los 60, automáticamente pasas a ser un “SEXAGENARIO”, no te lo dirán empleando ese término directamente en la cara, pero por atrás tuyo pasas a ser un “viejo sexagenario”, (lo cual es correcto desde el punto de vista idiomático), pero sin embargo, cuando cumples 50, nadie te dice “viejo cincuentenario” o cuando cumples cuarenta tampoco se te tilda de “cuarentón”.
En efecto, la primera condición, que vas a arrastrar es esa: la de SEXAGENARIO, y atrás de ellas vendrán todas las consecuencias obvias a saber:
• Dificultades para agacharte o inclinarte.
• Caminar más lento.
• Menos cuota de Paciencia.
• Mirada compasiva (a veces) del resto de los humanos que circunstancialmente o permanentemente deambulan a tu lado
• Actitudes (no criticables por supuesto) de pequeñas solidaridades de los demás, como por ejemplo apurarse para levantar del piso cualquier cosa que se te haya caído. Y cuanto mayor (o más cercano a tu edad) es el que la ejerce, y ni que decir si tu eres hombre y la que te quiere ayudar es mujer, PEOR AÚN!.
• Suposición automática del resto de los mortales más jóvenes que tú, que por ser “una persona mayor”, no sabes o no puedes operar un cajero automático, o no entiendes un ápice de computación, que no puedes abrir una bolsita del supermercado, o no alcanzarás a subir o bajar normalmente y como el resto de las personas al autobús y como esas operaciones cotidianas,… miles!!!
• Que hablar y para que contabilizar, el pseudo cariñoso tratamiento de cualquier persona hacia ti, cuando te dicen “ABUELO” y a lo mejor ni siquiera lo eres!!!.
Las otras “cosillas” que empezarás a experimentar, a partir de la “sexagenaridad” o tal vez a observar si ya te venían de antes pero no habías reparado en ellas, son los distintos tipos de dolencias leves o más intensas, como la disminución más acelerada de la visión, la sordera que te empieza a obligar a pedir que te repitan las cosas o a aumentar el volumen de la televisión o de la radio, ciertos dolores en las articulaciones más o menos molestos e inhabilitantes, aumento de las sensaciones de frío como consecuencia de la disminución natural para la edad de la temperatura corporal, etc, etc,… otra vez un largo etcétera para este capítulo!
Y no puede ser olvidado en este recuento de los sinsabores el capítulo de las desilusiones. Claro, todos hemos tenido en mayor o menor medida ilusiones en la vida, grandes o pequeñas, importantes o intrascendentes, materiales o no, y aunque no lo creas, justamente cuando te conviertes en sexagenario, es cuando empiezas a darte cuenta que quizá ya no te queda tiempo para que al menos algunas de aquellas ilusiones insatisfechas, se te puedan conceder. Quizá este es el punto más doloroso y más cruel de lo que te puede suceder cuando empieza la sexta década, o lo que es lo mismo cuando aparece el fatídico SEIS, en la conformación del número de tu edad!
En realidad, cada cambio de década, en la vida de un ser humano, no es más que el mero transcurso del tiempo y no tiene por qué tener un significado especial, sin embargo el paso de la quinta a la sexta década conlleva algo especial, sea porque tal vez en general el organismo del ser humano está más desgastado y ya empieza a acusar problemas que anteriormente no demostraba, o porque el devenir del tiempo nos hace más sensibles y a la vez intolerantes a los problemas que a lo mejor en otro momento de la vida hubiéramos sorteado mucho mas fácilmente y hasta sin inmutarnos.
Lo cierto que el SEIS en la edad, no solo es PESADO, también es de TEMER!!!

6 de diciembre de 2008

HOY, La Colimba - Parte 2


Decía en la primera parte de esta entrega de “La Colimba…” que el tema daba para el recuerdo de muchísimas anécdotas a veces graciosas y otras no tanto, algunas de las cuales quiero hoy plasmar en estas “Historias y Recuerdos”…:
1) Muy fría madrugada de mediados de Abril, en el vivac del Ejército en Campo de Mayo. Aproximadamente las 03:30 hs. Carpa Dormitorio (unos 40 reclutas durmiendo profundamente en su interior después de un agotador día de instrucción militar agobiante). Suena el potente silbato del Sargento instructor y se escucha la orden: “Arriba Tagarnas, reclutones inútiles, a formaaaaaaaar…!!!!!!”.- No entendíamos nada pero en la colimba las ordenes se cumplen si o si sin chistar, por aquel viejo lema que reza: “El soldado NO piensa…Obedece!!!”.- En menos de tres minutos, dos filas de 20 chavales estaban en calzoncillos, camiseta y descalzos alineados y listos para cumplir lo que se ordenara, que por supuesto nadie sabía que era, ni el resultado que eso tendría un rato más tarde.- Nos ordena salir a la intemperie (con un frío de cag…) y allí unifica las dos filas, quedando una sola de 40.- Luego llega la orden: “Cuarto de giro a la derechaaaaaa…, de frente maaaaaarrrrrr,… (y después de recorrer, unos 150 mts.), Allllltoooooo!, cuarto de giro a la izquieeeeerdaaaaaa!.- Asi fue que quedamos todos formados (uno al lado del otro) mirando de frente “al campito”.- El Campito, no era otra cosa que un sector del campo asignado para hacer las necesidades fisiológicas personales durante los momentos de instrucción activa siguiendo determinadas reglas, como ser aquella fundamental que decía que después de hacer lo tuyo, debías coger la “pala Lineman” y enterrar la deposición. Como los instructores habían observado y además tenían la experiencia de años anteriores, de que generalmente los “reclutones” hacían caso omiso de esa fundamental regla de higiene, decidieron darnos un escarmiento. Y así fue nomás, cuando ya todos en la fila, nos imáginabamos la que se venía, llegó la orden tajante en la absoluta oscuridad de la noche: “Cuerpo a tieeeeeerraaaaaaaa!!!!!!”… “Avaaaaaanzaaaaaar cuerpo en tieeeeeeerraaaaaa!!!!!!!”.- Madre mía, lo que fue eso!!!!!! Para completar el cuadro, cuando alguno y ante la proximidad de una cagada en su derrotero, intentaba esquivarla o levantarse, aparecía inmediatamente el sargento y mediante un certero planazo en la espalda con la culata del fusil, impedía la intención. Después de cruzar el campito cuerpo a tierra, (mas o menos unos 150 mts, arrastrándonos) llegó la esperada orden de levantarse, formar e ir a la carpa de duchas. Segunda etapa del castigo, las duchas eran con agua fría por supuesto y a esa hora de la madrugada, y en la carpa, se pueden imaginar lo que fue esa ducha!.- Sin embargo, era tanto el olor y el asco que teníamos, que minimizó el horror de la ducha helada. Nunca más ví a un soldadito ir a hacer sus necesidades sin la pala lineman y sin cumplir estrictamente con el enterramiento de la defecación. Dio resultado o no?
2) Otra de las “cosas” que tiene la colimba, es que te obliga a confraternizar con otras personas con las cuales en otras circunstancias difícilmente trabaras relación. No me refiero solamente a tus compañeros, sino también a los militares. En el primer caso, te ves en la necesidad de compartir tus alegrías y angustias, éxitos y fracasos, problemas y soluciones, con otros chavales de distinta educación, estudio, posición económica, religión, ideas políticas, etc., mejores o peores, no importa eso, si que son distintas, y eso es lo que te abre el pensamiento a un panorama mucho más amplio. En el segundo caso, como tu no abrazaste la carrera militar, difícilmente (salvo por la existencia de algún familiar o amigo de la familia) comprenderías el mundo en el que se mueven esas personas, sus formas de ser (aparentemente mucho más duros de lo que realmente son) y fundamentalmente su apreciación sobre las personas que integran el resto de la sociedad, o sea sobre nosotros. Y a propósito de esto, me viene a la memoria aquella anécdota del Suboficial Principal, encargado de la compañía de la que formábamos parte, con una tremenda fama de duro, maldito, gritón, que jamás te perdonaba la mas mínima transgresión o equivocación, odiado hasta el final por todos los reclutas, que jamás se sonreía, que parecía incapaz de contemplar cualquier circunstancia difícil por la que pudiera atravesar un colimba y que después de finalizado el periodo de instrucción, y luego de haber jurado la bandera, cuando según las costumbres militares, dejas de ser recluta, para transformarte en soldado de la Patria, viró totalmente su comportamiento y empezó a interesarse por las circunstancias de la vida de todos y cada uno de los soldaditos de la compañía, inclusive aconsejando y hasta ayudando (si le era posible) a los que estaban en situación mas desfavorable ante la vida, transformándose casi diría en lo que hoy podemos ver como un asistente social voluntario.
Estos dos ejemplos anecdóticos que he querido plasmar hoy en esta historia, demuestran a mi manera de ver que el SMO, fue un paso importante en la vida de cada uno, que en gran medida contribuyó a erradicar vicios y costumbres que de persistir a lo largo de la vida, te la hacen mas difícil de llevar, que te abre la mente a otras cosas, que te muestra un mundo distinto del que venís, etc. etc. Por todo ello, creo que a la postre, cuando te acuerdas de “la colimba” no te aflora un sentimiento de odio o rencor, sino una sensación de algo que viviste, incomodo, feo, indeseable sí, pero necesario al fin para la formación de un hombre que deberá luchar en la vida.
No obstante insisto, como lo dije al principio de la parte 1, no abro opinión si en mi país la eliminación del SMO, fue una medida acertada o no, (lo dejo para opinión de los sociólogos y/o políticos), pero si entiendo que es positivo recordar lo que te ha dejado “la colimba” incluso como parte de tu formación humana, (complementaria a mi manera de ver) de la educación parental, de la instrucción en todos los niveles, y de las experiencias de vida.

25 de octubre de 2008

HOY, La Colimba Parte 1




Mucho, y generalmente mal, se ha hablado del servicio militar obligatorio (SMO), eso creo es indiscutible. Y sin entrar a juzgar si estuvo bien o mal su eliminación, pues no es el objetivo de esta historia, no podemos negar quienes lo hemos cumplido, que el SMO siempre ha sido un semillero de anécdotas de todo tipo, recuerdos infaltables en las mesas de café, risas cómplices desde la mirada retrospectiva de las situaciones y un sinfín de comentarios y recuerdos que por sí solos serían suficientes para llenar un libro.
Hoy en esta columna, quiero contar algunas vivencias que me vienen a la memoria de aquella época.
Para mí el servicio militar fue un verdadero y auténtico regalo de cumpleaños, y no me lo van a poder negar. En el sorteo me tocó el Nº 229 que por aquel año y en función de la cantidad de ciudadanos en condiciones de incorporarse al SMO mereció la calificación original de número bajo (una de las pocas condiciones legales por la cual te puedes “salvar” de hacer la “colimba”(*) en mi País. Pero… resultó que la estimación inicial de soldaditos a incorporar quedó corta, pues en esa clase parece que había muchos que no podían ser incorporados por motivos de salud, únicos sostenes de madre viuda, falla del piné(**), etc. etc. Y así fue que las autoridades de las fuerzas armadas decidieron incorporar 10 números más (lo que implica un montón de soldados adicionales, pues como tenía correlación con los tres últimos números de la libreta de enrolamiento bajar diez números el límite del número bajo implicaba incorporar como 1000 soldados más aproximadamente). En origen, aquel año, el “número bajo” había sido establecido en el 239, al agregar 10 más, pasó a ser el 229 inclusive…justito mi número!!!. Pero además de esta bendita suerte, la citación para la incorporación, me llegó exactamente el día de mi cumpleaños!!! ¿Alguien me podría negar, que para mí el SMO, no fue un auténtico regalo de cumpleaños?
Recuerdo aquella mañana de Marzo, me despierto feliz de cumplir un año más, (a los veinte años, todos queremos cumplir años para ser más grandes, debía ser porque todas las pibas que nos gustaban eran invariablemente más grandes que nosotros) y me encuentro bajo la puerta aquel extraño sobre de papel madera con ventanita de celofán, y la inscripción en azul “Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas” (todavía lo tengo), y dirigido al SC46 Carlos Luis Taylor. Al principio no me di cuenta de que se trataba, yo estaba absolutamente convencido de que había “zafado” de la colimba, y hasta que no abrí el sobre no caí en la cuenta de “la mala noticia” que me había llegado el día de mi cumpleaños.
La cosa es que al final, llegó el día indicado, me levanté a las 5 de la mañana, me despedí de mis padres, con un “hasta luego, no sé a qué hora vendré a comer…”, iluso de mi!!!, llegue al cuartel donde me tenía que presentar y allí me encontré con más de un centenar de desgraciados que estaban en la misma situación que yo! Al entrar unos cinco metros después de la puerta más o menos, ya nos hicieron formar una fila cuyo comienzo, no se podía ver, al menos desde donde yo estaba, y que después de recorrer unos cuantos metros a medida que avanzaba, pude observar que los de adelante se iban introduciendo en un galpón de chapa ondulada, de a uno y siguiendo las indicaciones que te daba un SC45, (soldado de la clase anterior que todavía no se había ido de baja). Cuando me tocó el turno de introducirme, pude observar que adentro del galpón había más soldados de la clase anterior, que parecía gozaban con lo que estaban haciendo, que no era otra cosa que entregarte el equipo y la ropa que te acompañaría durante los próximos 12 meses. Así el primero que te recibía adentro te entregaba una rasposa y destartalada maquinita de afeitar (que vaya uno a saber por cuantas caras habría pasado), una brocha a la que le faltaban la mitad de los pelos y una cajita con dos hojitas de afeitar (eso sí nuevas, pero para todo el año!!), todo con cargo a devolución al irte de baja (je je), y por si esta burla fuera poco, “de regalo” te daban un peine pequeño , que no tenías obligación de devolverlo, por supuestas razones de higiene. Unos dos metros más adelante, otro SC45, te entregaba, (y bajo constancia de firma, con exigente cargo de devolución en perfecto estado) el equipo de comida, que consistía en un jarro de acero inoxidable (con el escudo argentino grabado en bajo relieve) un plato plano, también de acero inoxidable y con el escudo, una caramañola de acero forrada con paño de lana, un cuchillo totalmente sin filo, un tenedor y una cuchara sopera.-
Más adelante, otros dos soldados te entregaban los respectivos uniformes, previa una rápida relojeada, para calcularte el talle (así te quedaban después las pilchas, ja!). Los uniformes eran tres a saber: 1) el uniforme de fajina compuesto por una “bombacha” color marrón y dos chaquetas, una blanca de algodón grueso (para el verano) y otra de tela más gruesa color marrón terroso (para el invierno), un par de zapatillas blancas (de la peor calidad que puedan imaginarse), dos pares de medias, dos calzoncillos, una camiseta tipo musculosa de algodón, y dos camisas color caqui claro, mas una gorra color marrón. 2) el uniforme de combate (que era una copia fiel del uniforme de guerra del ejército norteamericano de aquella época) y que consistía en una camisa de mangas largas color caqui más oscura, una bombacha de sarga muy fuerte, color verde oliva y una chaqueta ¾, también muy resistente con elásticos ajustadores, una gorra con visera también de color verde y finalmente el casco de acero también de color verde y con malla para camuflaje. (bastante pesadito). 3) el uniforme de salida o “de calle”, que consistía en un pantalón de sarga más liviana color caqui claro, dos camisas con charreteras color caqui claro, una chaqueta color verde oscuro, con botones de chapa dorados (labrados con el escudo argentino) y el birrete también de sarga color verde, con la escarapela argentina en chapa, colocada en la parte de adelante. Estos tres uniformes se completaban, con un par de borceguíes, color negro, ultra pesados y con doble fila de cordones.
Un par de metros más adelante otro soldadito, te entregaba los “accesorios”, que consistían en una plaquita de plástico negra, con tu nombre y apellido, una corbata de sarga color caqui, una insignia metálica para abrochar en el cuello de la chaqueta del uniforme de salida, que representaba el “logo” de la fuerza en que estabas incorporado y un documento oficial, con tu nombre, nombre del regimiento al que estas incorporado y número de tu M.I. (Matrícula Individual) y la constancia de que estás bajo bandera, pues tu documento habitual te es retirado al incorporarte y devuelto al otorgarte la baja (o sea al fin del servicio militar)- Finalmente, antes de salir del galpón de chapa, un suboficial (aquí ya no se trata de un soldado) te entrega un cartoncito, con tu nombre y el número de identificación del arma que te ha sido asignada y que se coloca bajo tu responsabilidad (en cuanto a cuidados, preservación, limpieza, etc.) durante todo el periodo que dure el servicio militar. En aquella época y en el regimiento que me tocó prestar servicios (Batallón de Intendencia), el arma asignada fue un fusil Mauser, modelo 1907. (magnifico armamento, pero muy pesado, 7,5 Kg, que se sentían sobre todo a la hora de desfilar o de hacer la guardia) dotado de un accesorio denominado “bayoneta” de aproximadamente unos 60 cms de largo, con hoja de acero acanalada y gruesa, que le otorgaban al fusil cuando estaba calada (insertada en la punta) un largo total de 1,57 mts y un peso completo de unos 9,2 Kgs.
Bueno, hasta aquí la descripción, de las provisiones con cargo, que te entregan desde el primer día de incorporado, ahora veamos como continuó esa primerísima experiencia. A medida que nos aproximamos a la puerta de salida y con toda la ropa entre los brazos, recibíamos más indicaciones. Próximo paso, giren a su derecha “tagarnas” (vociferaba un suboficial) y nos iba introduciendo de a uno en una salita donde había otros dos suboficiales con guardapolvo blanco. Eran los peluqueros (“manos Brujas” en la jerga de la colimba), que de a pie, y sin parar, uno por la izquierda y otro por la derecha iban rapando con máquina esquiladora eléctrica, al soldadito que tenía que pasar entre medio de los dos.
Luego del rapado, enfilabas directamente a una puerta que daba a la calle, donde estaban estacionados de culata y pegaditos a la puerta dos camiones Mercedes Benz listos para partir, vaya a saber a dónde!
Lo cierto es que unos metros antes de esa puerta de salida había otro suboficial, que te miraba fijamente y lo único que te decía era: “el de la izquierda!!!” o “el de la derecha!!!”
A esta altura del partido ya estaba echada la suerte… A mí me tocó el de la Izquierda y fui a parar a Campo de Mayo (localidad cercana a unos 45 minutos de la Capital Federal), y a donde nos llevaron para realizar el periodo de instrucción que días después nos enteramos que duraría unos 30 días aproximadamente- A los pocos días nos enteramos que el camión de la derecha había partido con los mismos propósitos (llevar reclutas para la instrucción inicial) pero con destino a Covunco (localidad de la provincia de Rio negro y a unos 1500 Kms. de la capital). De cualquier forma ninguno de los que componíamos el “cargamento” de los dos camiones volvimos ese día para comer en nuestras casas!. J
Siempre me quedó el consuelo de que mi “regalito” de cumpleaños, había sido un viajecito más corto que el de algunos de mis compañeros de desgracia.-


(*) Término de uso generalizado en Argentina para designar al SMO o a los soldados y se forma con las primeras letras de “corre, limpia y barre” que son las tareas que indefectiblemente debe cumplir un soldado.
(**) Relación Peso/altura que establecía una determinada complexión del cuerpo por la cual se establecía si una persona era “normal” o no. (Muy bajo, o demasiado alto)

29 de septiembre de 2008

Hoy, las ventanas de atrás del colectivo 60

Si hay algo realmente peligroso en un crío, es cuando se le ocurre dar rienda suelta a sus pensamientos y los verbaliza en cualquier momento y ante cualquier persona.
Los que somos padres, alguna vez hemos experimentado esta situación y podemos dar fe cierta de ella. Podrá haber sido más o menos grave, más o menos comprometida la situación, pero que a todos alguna vez nos sucedió, es innegable.
Lo que “Hoy” les voy a contar, me sucedió a mí, pero no con mis hijas, sino siendo yo el protagonista de la situación.
En efecto, verano de la temporada 1950/51, lugar: colonia de vacaciones para docentes de Chapadmalal (Costa Atlántica Argentina), Hotel Nº1.-
Mis padres habían decidido pasar unos 15 días de vacaciones en Enero y un día mientras almorzábamos en el comedor del hotel, se acerca a nuestra mesa una señora muy maquillada, (diría mejor muy pintarrajeada) sobre todo para la hora y el lugar de que se trataba. Besos en ambos cachetes a mi madre, (no era, ni es muy usual ese saludo doble en Argentina), presentación de mi padre y del “nene” que vendría a ser quien estas líneas escribe. Después del saludo de rigor, esta señora, que se llamaba Filomena y que luego me enteraría era nada más y nada menos que la Directora de la escuela donde trabajaba mi madre, quedó en pasar a visitarla a la tarde por la habitación para conversar un rato. Era usual en aquella época hacerse visitas de cortesía en la habitación sobre todo cuando alguna de las protagonistas del encuentro tenía algún purrete (chavalín dirían aquí) que no querían dejar solo en la habitación, tal es así que todo el mundo en su habitación tenía un equipo para hacer té o mate, para poder “agasajar” a las personas invitadas.-
Aquella tarde -puntualmente a las cinco- golpean la puerta de la habitación, y allí estaba Filomena, con su paquetito de masitas secas para acompañar el té. Mi madre, abre la puerta, mi padre (hombre precavido) había ya desaparecido a las cuatro de la tarde, y yo estaba jugando con unos autitos de plástico que me habían comprado para que me quedase tranquilo y me portara bien. (ja ja). Saludo mediante, mi madre y su jefa, toman posición en una pequeña mesita que había en la habitación, mientras yo seguía jugando con mis autitos, y haciendo todas las onomatopeyas posibles de ruidos de escape (brrrrr, brrrrr), puertas de auto que se cierran (trup, trap, trop), bocinas que suenan (pi, piiiiiii, baaaa, piiiii), etc.
Sin embargo, yo que estaba aparentemente ensimismado en mi juego, no perdía detalle de la reunión que a escasos dos metros mantenían mi madre y Filomena, que por supuesto no paraban de parlotear, nada más que para beber un sorbito de té o comer una masita.
En una de esas interrupciones, yo estaba mirando fijamente a Filomena, que me había impactado muchísimo por su abundante maquillaje, cachetes excesivamente rosados, labios muy rojos, y cejas muy negras y dibujadas. Y allí fue que tuve la fatal idea y para satisfacer mi curiosidad y comprobar si mis criterios de comparación eran acertados o no, dirigiéndome a mi madre, descerrajé la pregunta: “Mamá, las cejas de la señorita Filomena, no se parecen a las ventanas de atrás del colectivo 60?”
Bueno, mi madre pedía a Dios que se la trague la tierra, no sabía donde meterse; la “señorita Filomena” herida y sumamente ofendida por la crítica a sus cejas, que seguramente había tardado horas en delinearse se despidió rápidamente de mi madre (esta vez sin los consabidos besuqueos) y se fue; y yo, que por supuesto, no caía en comprender la “barbaridad” que había dicho, seguí jugando con mis autitos (brrrrrr, brrrrrr, pi, pi, baaaa, baaaa, trup, trap) como si nada hubiera pasado!!!.-

27 de septiembre de 2008

Hoy, el Prupio

El "Prupio" ?. Que decís? Que es eso?
Todos alguna vez en nuestra vida, de chicos o de grandes, hemos inventado una palabra. Pero si, realmente un verdadero invento, una palabra que no figura en ningún diccionario de ningún idioma, y a lo sumo, puede aparecer como un vocablo "parecido" cuando se busca en un buscador de Internet, en este caso los buscadores autómatas te preguntarán: "quisiste decir propio?". Pero en este caso la respuesta al menos de mi parte será NO. quise decir "PRUPIO". Y esa es la palabra de mi "invención", la que no encontraran en ningún diccionario. ¿Pero que es el prupio?, ¿existe?, ¿es algo real?, ¿de donde la sacaste?. Y aquí va la historia que hoy, les quiero contar de este "vocablo" personal e intransferible.
De pequeño, (4 o 5 años), mi paseo dominical preferido y frecuente era ir de visita a la estación "Constitución" del Ferrocarril en Buenos Aires. Allí me llevaba mi madre, no sé si lo hacía porque nos quedaba muy cerca de donde vivíamos, porque no teníamos dinero para hacer un paseo mas costoso, porque a ella también le gustaban los trenes, no lo se, pero lo concreto que ese era mi paseo frecuente, y a mi me encantaba. Tal vez "marcado" por ese habitual paseo, se generó en mi una pasión por los trenes, que me acompañó toda mi vida, y aunque no soy ferroviario, y ni siquiera "hobista" de los trenes en miniatura, aún hoy en día me encanta ir a ver los trenes, allí sea donde sea que me encuentre, trato de viajar en alguno, ir a visitar las distintas estaciones de ferrocarril, y observar con lujo de detalles, todo lo que por allí se pueda ver, tipos y modelos de trenes, equipamientos de las estaciones, etc, etc. Así fue, que hace poco tiempo atrás, viviendo ya aquí en España, y mas precisamente en la estación de ferrocarril de Guadalajara, me encontré con un "prupio"!!!, y bastante parecido, a los que solía ver en mi niñez, en aquella estación de Constitución en Buenos Aires. Que emoción!!!, aquí también hay prupios, y los conservan impecables, (aunque seguramente ya no se utilizan) y vaya a saber como se llaman aquí. Y como se llamaran allá en Argentina también, pues la verdad es que nunca lo averigüé, pero seguramente tendrán algún nombre identificatorio mas coherente que el de "prupio". Y bueno, ¿que es el prupio finalmente?
Si lo tuviera que definir al estilo "diccionario", lo diría así:
"Bomba de agua elevada a cierta altura, provista de una manguera o tubo de goma o lona de gran diámetro, que servía para abastecer de agua a las antiguas locomotoras de funcionamiento a vapor"
Ahaja, me pasé!!!, después de esto puedo ir a trabajar como redactor de diccionarios,:-)))
Bueno, ¿porque ese nombre?, ¿de donde lo saqué?, eso jamás lo podré explicar simplemente porque no lo sé, y tampoco podría poner en mi definición de diccionario, "del griego -pru- (bla, bla, bla) y del latín -pio- (bla, bla, bla)" porque seguramente ni en griego ni en latín deben haber existido prefijos o sufijos parecidos!!! "PRUPIO" es solamente un vocablo que pasó en un instante por la mente de un niñito de 4 o 5 años, y sirvió para denominar algo, que le impactó, y que no pudo saber como se llamaba. Ahora yo me pregunto: ¿no habrá tal vez muchas palabras en el idioma original o de los cuales se deriva el nuestro que habrán comenzado así?, vaya uno a saber!!!
Viva el PRUPIO!!!

25 de septiembre de 2008

Hoy, el distraido


Nunca tal vez como esa tarde de Miercoles gozamos tanto las horas de nuestra clase de electricidad.
En efecto, no iba a ser el contenido de la clase propiamente dicha la que nos daría la alegría, ni tampoco el "buen trato" que nos propinaba nuestro querido profesor, sino mas bien su descomunal metida de pata al ingresar en la clase.
Como de costumbre, llegó 15 minutos antes de que sonara el timbre de comienzo de su clase, y no bien había escuchado el aviso de finalización de hora del profesor que le precedía.
Que en este caso no era un profesor, sino una profesora. Una muy bella mujer, de cabellos largos y pelirroja, de ojos intensamente azules y de una escultural figura, que andaría mas o menos por los 30/35 años. Abogada ella, muy fina y delicada, contrastaba fuertemente con este espécimen de profesor, grotezco, grandote, mal educado y gritón, que nos tenía a mal traer a todos en la división.
A esta altura, ya se habran dado cuenta quienes leen esto, que estoy hablando del mismo profe, cuya historia accidentada conté en mi entrada anterior.
Volviendo al tema que ahora les quiero narrar, ese miercoles, llega este hombre y hace su tradicional entrada, con su vozarrón, grito en cuello y con el saludo de práctica: "BUENAS TARDES, HAN ESTUDIADO ALGO PARA HOY, CARAJO...!!!..." pero esa tarde agregó algo que jamás había dicho.
"...YA SE FUÉ LA CULONA?...Y QUE TETAS TIENE ESA MINA POR DIOS!!!.."
Y del fondo del aula, se escucha una vocecita que replica: "No profesor aqui estoy!!!"
Fue todo rapidisimo, en un instante la cara del ogro se transformó pasando de su color pardo natural (era bien morocho el hombre) al rojo vivo y luego a un blanco inmaculado, acompañando ese violento cambio de colores con una rigidez tipo "post mortem" con la mirada clavada en la profesora que muy lentamente se había levantado de un pupitre del fondo del aula, donde acostumbraba a sentarse para dictar sus clases!!
Demás esta decir, nuestra perplejidad mezclada con sentimiento de satisfacción por el papelón que acababa de cometer este tio. Además nos preguntabamos como sale éste ahora de semejante metida de pata?
Pero el hombre era rápido, y tenía "calle" y reponiéndose del primer instante de vergüenza, le dice a la profesora: "Perdón profesora, seguramente nunca le dijerón la verdad sobre su belleza tan sinceramente"
Pero la profesora tampoco era lerda, y le contestó: "Mire profesor, muchas veces me han dicho lo bien que estoy, pero nunca tan groseramente!!!...Buenas tardes"
Por primera vez el profe quedó tan descolocado, que le costo empezar a dictar su clase.-

9 de septiembre de 2008

Hoy, aquel profe de electricidad



Por aquellos años de la década del 60, los chavales eramos tan sátrapas como los de ahora - o más aun - (el que diga lo contrario no conoció a los "chicos" del Krause.) ;-).
Lo cierto es que al llegar a tercer año del Industrial, nos topamos con uno de esos profesores, que sabía bien con que bueyes le tocaría arar, y de entrada no más y hasta antes de saludar puso tope y condiciones grosísimas ante cualquier desmadre que alguien quisiera intentar, proponer o tan solo mencionar. Y bueno, había que adaptarse, cumplir, portarse mas que bien, porque sino ya sabías de entrada que te la llevabas directamente a previa (materia que no se podía rendir, ni en Diciembre, ni en Marzo del calendario escolar y que quedaba como condicionante, para poder aprobar el año subsiguiente)- Además con este profe, siempre tenías la espada de Damocles de las amonestaciones sobre la cabeza, cuando te encajaba amonestaciones (casi nunca lo hizo) ponía 23 de golpe, y a las 24, te ibas del colegio... para siempre!!!.
Además de todo esto, era un tipo que sabía (y mucho) y exigía a los alumnos, niveles que eran dificilísimos de alcanzar. Para muestra vale decir, que la promoción anterior al curso del que yo formaba parte, de 34 alumnos, se eximió con promedio de 7,05 solo uno, 12 se "fueron" a Diciembre, y 15 a Marzo. Los 6 restantes, derechito a Previa!!!
Pero este profesor, además contaba con otras cualidades, como ser, que tenía dos horas continuas de clase, y jamás daba el descanso intermedio, y no solo eso sino que llegaba bien terminaba la hora del profesor anterior, se instalaba y desde allí, de corrido hasta que debía ingresar el profesor subsiguiente. Como si todo esto fuera poco, en diez años que llevaba de profesor, JAMÁS había faltado. Y esto último es lo que motiva este recuerdo que hoy quiero volcar y transmitir!
Uno de los Miércoles en que daba clase este profesor, habían pasado cinco minutos de que debía entrar, y no habíamos escuchado aún su ronco vozarrón, que a modo de saludo nos llegaba diciendo "BUENAS TARDES, HAN ESTUDIADO ALGO PARA HOY, CARAJO!!!".
Era, impensable que faltara, por lo que a medida que transcurría el tiempo y no llegaba, cada minuto que pasaba era para aumento de nuestra incertidumbre e incredulidad. ¿Podía ser posible que después de 10 años, nuestro curso hubiera sido elegido para el goce de una tarde libre sin su presencia? Así pasó toda la primera hora, hasta que nos llegó la noticia. El profe, había tenido un accidente en su camino hacia el cole. No lo podíamos creer. Al principio como no se conocía la magnitud del hecho, ni teníamos detalles, hubo muchos que se alegraron y hasta dijeron, "se lo tenía merecido por h. de p." Mas tarde cuando muchos regresábamos a nuestra casa tuvimos oportunidad de saber que el accidente, había sido un brutal choque contra un camión, y pudimos ver que el pequeño NSU Printz de nuestro profe, había quedado reducido a una montañeta de hierros retorcidos de no mas de 40 cms. de altura. Era inexplicable que una persona (inclusive tan corpulenta como era) pudiera salir con vida de allí- Pero lo cierto es que salió con múltiples quebraduras y heridas, pero salió.
Después de ver semejante accidente, y quizá por una cuestión de remordimiento generado por los pensamientos y expresiones de alegría del primer momento, la mayoría de nosotros, decidió que había que ir a visitar al profe al hospital, no bien mejorara un poco.
Y así fue. Aún hoy despues de mas de 45 años de aquel momento, se me pone la piel de gallina, al recordar los ojos llorosos de emoción de aquel "ogro" cuando vió entrar en la habitación del hospital a la totalidad de los alumnos de aquel curso que él denostaba, despreciaba y del cual se burlaba cada día!
Como esto ocurrió a mediados de año, nos pusieron un profe suplente, que resultó un tipo genial y muy afable, y cuando se aproximaba, fin de año, un día el suple, llega y nos dice: "Muchachos, hoy me despido, porque para la última clase y la lectura de las notas, va a venir el profesor titular"
Nos queríamos morir, ni siquiera habiendo mediado semejantes circunstancias, podíamos zafar de que nos mandaran a Marzo o a previa!!!
Pues si, el día anunciado, se presentó el profe, (aún con muletas y una pierna escayolada -enyesada para Argentina-) y luego de saludarnos con su vozarrón de costumbre pero con otra muy distinta frase: "MIS QUERIDOS ALUMNOS", directamente comenzó a leernos las calificaciones: Acosta 10, Bernal 10, Bialer 10, y asi sucesivamente hasta llegar al último, eximió a todos!!! El ogro, no era tal. Tenía su corazoncito:-)

7 de septiembre de 2008

Hoy, el Tranvía


Para los que ya peinamos canas, (o se nos han volado las chapas), recordar y hablar del tranvía es todo un placer. Contarle a las nuevas generaciones las experiencias vividas en aquellos años (década del 60) puede ser un ejercicio interesante y agradable para el que lo cuenta, y puede resultar aburrido, curioso, interesante y también agradable, para el que lo lee. Eso dependerá de muchos factores, que no viene al caso analizar ahora, pero vamos al grano:

Tranvía en Buenos Aires. Yo lo usaba para ir al cole secundario, el Nº26 para ir y el Nº 44 para volver. A la ida subía en la esquina de Garay y Piedras, generalmente venía bastante vacío, no había problemas para sentarse y viajar durante los diez minutos que duraba el viaje hasta el colegio. Al regreso, ascendía en Paseo Colón y México, ese sí, venía del centro, mas que repleto de gente! Recuerdo algunas veces que por mas que empujabamos con el cuerpo hacia adentro, tomados desde los pasamanos externos, no era posible subir y debía esperar el próximo al que pudiera subir. A esa edad (chaval de +o- 14 o 15) la aventura del viaje pasaba por dos cuestiones: 1)subir si o si, como se pudiera, y 2) viajar sin pagar los 30 centavos que costaba el boleto y si era posible con la anuencia del guarda (auxiliar del conductor encargado de cobrar) que ya nos conocía de todos los días.

Para lo primero, era cuestión de empujar y empujar no más, y de última treparnos por la ventana de atrás del tranvía.

Para lo segundo, había que agudizar el ingenio, había que "negociar" el boleto con el guarda. Como?. Pues bien, como ya dije, el tranvía venía colmado de gente y el pobre guarda encargado de vender los pasajes siempre quedaba "apretado" por el medio del pasillo del tranvía y no podía llegar nunca hasta la parte de atras del vehículo. El tranvía recorría la avenida Paseo Colón, y dos cuadras mas adelante de donde yo subía, debía girar a la derecha, por la calle de Humberto Iº, y en ese punto, y mientras estaba girando invariablemente se le salía el trole (la lanza que conectaba con el cable aereo)- El encargado de ponerla en su lugar (colocar la roldana superior en el conductor aereo) era por supuesto el guarda, que nunca estaba a tiro para poder hacerlo, entonces allí surgió la oportunidad del negocio. Yo subía al tranvía, me quedaba en la plataforma trasera (se ascendía por atrás) y cuando se "destrolaba", yo se lo colocaba en su lugar! Pero ese "servicio" tendría un precio, que al segundo día el guarda aceptó gustosamente: No cobrarme el boleto. Claro como le iba a cobrar a su "ayudante del trole", ja.!