HOLA !!!!

Este "blog" solo tiene por finalidad contar todo tipo de cosas que pueden aparecer en la memoria con el solo fin de entretener. Es como, cuando nos reunimos un grupo de amigos y damos rienda suelta al "te acordás?"

10 de enero de 2010

Hoy, El Espía Soviético


El Espía Soviético estaba siempre presente en nuestras conversaciones cotidianas de críos adolescentes de la escuela secundaria. Bastaba que cualquiera del grupo luciera sobretodo, guantes y bufanda (y se levantara el cuello de la prenda por el exceso del frío invernal) para adquirir la “licencia” de Espía Soviético. Y no era nunca un espía común, ni de la CIA, ni de ninguna otra potencia, tenía que ser solamente Espía Soviético. A la distancia de los años, pienso que eso debería ser porque en aquella época era frecuente leer en los diarios noticias sobre espías y contraespías de la entonces URSS que eran descubiertos y / o apresados en EEUU, (recuerdo el impactante caso de los “esposos Rosenberg” que fueron ejecutados al descubrirse sus supuestas actividades) y esas noticias siempre tenían un efecto cuasi novelesco en los muchachones de la época, de la misma manera que las chicas se impactaban con las noticias del celuloide norteamericano.
El seguimiento de las noticias de espionaje y contraespionaje era apasionante y en nuestras febriles mentes juveniles la imaginación volaba a tal punto que todos “éramos” un poco espías y todos teníamos alguna historia de espionaje propia que contar en nuestra rueda de amigos o compañeros y según fuera el impacto que la historia contada alcanzara en los demás, mayor o menor sería el grado otorgado al relator que iba desde “espía de cuarta” al ansiado título de “espía Soviético”. No hace falta aclarar entonces que el de Espía Soviético era el mayor grado, el de mayor “brillo”, aunque esto no significara necesariamente el más creíble.
En el grupo de compañeros de la “división” del colegio, había varios que habíamos alguna vez sido galardonados con el título de Espía Soviético (E.S. de ahora en más). Pero paradójicamente estos espías eran los menos disimulados que cualquiera pueda imaginar, porque el “orgullo” de haber sido “declarado” E.S. era tal, que poco faltaba que nos colgáramos un cartel o un “pin” que dijera “ESPÍA”. Pero… ¿cómo se evaluaba a un E.S.?, ¿qué era lo que tenía en cuenta el “jurado” para calificar a un espía?. Bueno todo estaba en relación con la tarea que se evaluaba, y por supuesto con el resultado obtenido. Una de las tareas de espionaje habituales (y de las más valoradas) era espiar las notas de determinados profesores en los cuadernos que llevaban y que guardaban y protegían con un celo impresionante lo que obviamente hacía muy difícil la tarea del espía y en más de una oportunidad, éste se veía obligado a contar con la colaboración de otro espía, aunque esto último, estaba penado con la disminución del puntaje que se le otorgaría al espía actuante. Otra de las tareas de altísimo riesgo era tratar de descubrir cuáles iban a ser los próximos temas de las evaluaciones que los docentes hacían periódicamente y con las cuales torturaban a los sufridos alumnitos. También existían tareas de espionaje considerado menor y que se apreciaban poco, como era por ejemplo, espiar las carteras o los portafolios de profesoras/es.